ENERGIA: Ayuda invisible para otros
Usted está rodeado de seres que sufren, cuya mente y cuyo cuerpo se hallan torturados. Usted se encuentra con ellos todos los días, pero no los reconoce. Sin embargo, son sus hermanos y hermanas puesto que, tal como para usted, la tierra es su hogar y la humanidad es su familia. Son muchos más que eso porque, en lo más profundo de su ser, son usted mismo aunque usted no los conozca. Como es natural, llevan oculto su dolor, vienen y van preocupados, encerrados dentro de sí mismos, no desean mostrar al mundo lo que la sociedad considera un estigma: la infelicidad.
Donde quiera que usted se encuentre, en cualquier momento y condición, observe en forma discreta a quienes le rodean. Si le parece que alguien está triste, ansioso o en un estado negativo, cierre los ojos por un momento y concentre dentro de usted esa energía vibratoria que siempre está a su disposición. Después, calmada y discretamente, dirija hacia la persona que desea ayudar las vibraciones constructivas que ella necesita e inmediatamente vuelva a ocuparse de sus asuntos. Es probable que en esas ocasiones presencie supuestos milagros, pero no debe preocuparse por ellos, su labor es anónima; usted la ha realizado, así que el resto no es de su incumbencia.
En todo momento debe prestar este mismo servicio a sus familiares, a sus amigos, a las personas que están cerca de usted e incluso a aquellas que se hallan lejos: a todos los que conoce en el plano humano y a quienes no conoce.
Si leen el periódico acerca de un accidente, de un terremoto o de cualquiera otra catástrofe ocurridos en cualquier parte del mundo, siga el mismo procedimiento. En una palabra, siempre debe de estar alerta, listo para realizar la labor espiritual de amor fraternal y de solidaridad humana. Esta tarea del místico se va convirtiendo gradualmente en un hábito, en una necesidad, y usted la extenderá en forma progresiva, casi instintivamente, hacia sus hermanos, hacia los animales y hacia todo lo que constituye nuestro mundo visible e invisible.
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